Por: Fortunato José González Cruz. Individuo de Número Sillón 6
Agradezco a mis compañeros de la Academia de Mérida por haberme escogido para hacer la presentación del libro que ha editado la Corporación con ocasión de la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández, que se produce cuando el mundo es azotado por la pandemia generada por el Covid-19, y Venezuela, además, por una tiranía que desconoce límites a su crueldad. El a partir de hoy Beato y por tanto sujeto de veneración vivió en tiempos de guerras, epidemias y tiranías, quiso ingresar a una orden religiosa o ser sacerdote, pero su opción de apostolado fue ponerse al servicio de Dios y de los venezolanos mediante el estudio, la investigación, la enseñanza y el ejercicio de la medicina y ser ejemplo de bondad, integridad y coherencia. De cara a los poderosos fue firme y prudente, y también era alegre, ameno, tocaba el piano y el violín, buen bailarín y buen amigo.
La cuarentena había interrumpido el trabajo de esta Corporación, hasta que logramos, en una providencial reunión en el acogedor jardín del hogar del Académico Dr. Jonás Montilva, acordar una agenda y lanzarnos al ciberespacio que se nos hacía un territorio difícil por desconocido. La agenda incluyó abordar la gravísima situación de nuestra Universidad de Los Andes, la destrucción del ambiente, la pandemia producida por el Covid-19, el homenaje a Beethoven en los 250 años de su nacimiento, la controversia de Guyana contra Venezuela, la problemática ambiental y otras más, y se ampliará a medida que los académicos propongamos los temas que son de interés común.
El desafío que significó investigar y producir nuestro homenaje al Dr. José Gregorio Hernández nos dio el impulso para asumir los cambios y la adaptación de la Institución a estos tiempos pandémicos, que impone transformaciones globales y locales en las maneras de hacer las cosas, algunas de ellas ya avanzadas en sesiones donde conocimos y analizamos las nuevas tecnologías de la comunicación e información. El Beato José Gregorio Hernández nos curó los miedos y apagó nuestras resistencias, sin que ello signifique que el ciberespacio nos aleje de la relación personal tan cara a nuestra naturaleza andina.
Decidimos avanzar en el conocimiento del Dr. José Gregorio Hernández desde nuestra multidisciplinariedad. La contribución de varios académicos fue delineando el evento que se concretó en cuatro sesiones para profundizar en su vida y obra en las facetas de filósofo, científico, médico y artista. En el patrimonio intelectual de la Academia encontramos las personas idóneas para hacer el trabajo y con el apoyo de todos, bajo la conducción del experto en las tecnologías de la comunicación Dr. Jonás Montilva y la dirección de nuestro presidente resultó una experiencia exitosa, un ejercicio de aprendizaje y una cosecha abundante por el enriquecimiento de nuestro blog institucional y la producción de un libro que ofrece la oportunidad de conocer mejor a este personaje excepcional. Ya habíamos realizado una sesión para conocer los aspectos más personales del entonces Venerable, con la intervención del señor Obispo Auxiliar de Mérida monseñor Luís Enrique Rojas Ruiz, del sacerdote carmelita Cándido Contreras, del científico Dr. Ricardo Contreras y de quien les habla.
La santidad de este trujillano fue reconocida en vida por quienes le conocieron, y luego de su trágica muerte, por gente de todos los niveles sociales y en toda la geografía nacional, que interpretó y reprodujo su figura para generar una iconografía singular, con plena libertad creativa, a partir de su fotografía neoyorquina que describe con acierto el coautor del libro Dr. Wilver Contreras. El camino hacia el reconocimiento de su santidad por la Iglesia fue fragoso, atascado por las miserias de quienes antepusieron sus pequeñeces humanas por el poder o por temor a él, ese bien que a veces produce tanto mal.
Para esta Academia era imperativo dedicarle tiempo a este acontecimiento por varias razones entre las que destaco los pocos científicos elevados a los altares, mucho menos laicos, y contadísimos, además, profesores, investigadores o miembros de una academia científica. El caso de la beatificación del Dr. José Gregorio Hernández es rarísimo porque concentra en él todas estas condiciones. Otra razón clave para explicar el interés de esta Academia en este hombre es que supo, como lo explican los trabajos, armonizar con inteligencia su fe y su condición de científico, ambas ejercidas a plenitud, con pasión y con verdad. Pero existe otra razón nuestra, institucional, y es que quien impulsa la causa de su beatificación y la encamina definitivamente a la santificación es nuestro compañero Académico Dr. Baltazar Enrique Cardenal Porras Cardozo, Individuo de Número Sillón 9, y dispusimos acompañarlo en ese esfuerzo conforme a nuestra misión.
Conocer a José Gregorio Hernández solo dentro de la historia de la ciencia, la medicina y la religiosidad venezolanas sería limitar el espacio que se requiere para acercarse a su imaginario y a su concepción del mundo. Es fundamental escudriñar en su pensamiento filosófico para comprenderlo, porque desde allí fue articulando sus experiencias sensitivas, morales e intelectuales que lo hizo el hombre que fue y lo que representa para el altar de los santos y en particular para todos los venezolanos. Es por ello que la Academia de Mérida solicitó del filósofo Dr. Mariano Nava la exposición de este delicado aspecto, quien comienza su aporte con una cita textual del libro “Elementos de Filosofía”: “Dotado como los demás de mi nación, de ese mismo amor, publico hoy mi filosofía, la mía, la que yo he vivido; pensando que por ser yo tan venezolano en todo, puede ser que ella sea de utilidad para mis compatriotas, como me ha sido a mí, constituyendo la guía de mi inteligencia”. Al final de su exposición cita esta otra frase: “Mas si alguno opina que esta serenidad, que esta paz interior de que disfruto a pesar de todo, antes que a la filosofía, la debo a la Religión santa que recibí de mis padres, en la cual he vivido y en la que tengo la dulce y firme esperanza de morir: Le responderé que todo es uno”. Su trabajo contextualiza en el tiempo y en el estado del conocimiento la filosofía del Beato y al final nos dice Mariano Nava lo siguiente: “José Gregorio Hernández es uno de los grandes espíritus que ha producido Venezuela, una de sus más ricas y multifacéticas personalidades. Y es mucho más que eso. Quizás su primer milagro haya sido haber podido tener una vida útil y productiva en aquella tierra bárbara y violenta de finales del XIX y comienzos del XX.” Lamentablemente tenemos que agregar el insólito comienzo del siglo XXI.
Los académicos invitados como expositores asumieron cada uno su tarea con especial dedicación para que el resultado fuese en su conjunto una de las mejores obras escritas sobre el Dr. José Gregorio Hernández. Limpio de excesos calificativos, cada trabajo fue al fondo dentro del perfil que le correspondió trabajar. El Dr. Wilver Contreras escribió en parte como lo hace con su nombre de pila y en parte como Jesús de Luzam, su nombre artístico, y se ocupó del diseño y la diagramación del libro. Este aspecto artístico nos sorprendió cuando vimos la figura del Dr. José Gregorio Hernández en vivo en su agradable disertación en el video que reproduce el blog de la Academia. El Dr. Carlos Guillermo Cárdenas se comunicó con directivos del Hospital Vargas, indagó aquí y allá para precisar fechas y circunstancias y ofrecernos con maestría la particular visión de quien es médico, profesor, investigador y hombre culto. Y el abreboca que nos ofreció el científico Dr. Ricardo Contreras en la conferencia anterior presagiaba un nuevo trabajo más profundo, con abundante información sobre la formación científica del Beato, sus profesores y las obras que consultaba, las clásicas y las últimas que luego pasaron a ser clásicas. Este valiosísimo material se complementa con la presentación del presidente de la Academia y el epílogo del Dr. Ricardo Gil Otaiza, que hace referencia al proceso de beatificación y a la formación académica del Beato. Todo lo escrito pasó por el ojo examinador de la escritora María Luisa Lazzaro, quien hizo una labor de filóloga y correctora y recomendó las enmiendas que mejoraron la escritura.
Son raros los pregones eclesiásticos, salvo la del protodiácono que anuncia la elección de un nuevo Papa con las palabras: “Queridísimos hermanos: Les anunciamos una gran noticia: Habemus papam”. Los más son de los ayuntamientos para vocear los bandos de buen gobierno allá por tiempos medioevales, muchos de ellos taurinos, que sobreviven en estos tiempos de la divulgación de mensajes y noticias por el ciberespacio. Ahora la Conferencia Episcopal Venezolana, posiblemente inspirados por la pasión taurina de varios de sus miembros entre ellos nuestro Cardenal, se lanzó el Domingo de la Divina Misericordia con el “Pregón por el anuncio de la Beatificación de José Gregorio Hernández Cisneros”, que guarda el clásico estilo festivo que invita a alegrarse por la cercanía de una gran fiesta. Este pregón manda, ordena y hace saber: “¡Regocíjense tantos hombres y mujeres que en sus quehaceres diarios se esfuerzan por construir humanidad: una familia digna, llena de amor y alegría, una comunidad solidaria, una patria renovada en su conciencia histórica de sujetos de derechos y deberes, unida en sus raíces, valores y destino, creadora de caminos de reconciliación, fraternidad y esperanza!”. Estos sentimientos de alegría son los que animaron a los miembros de esta Academia de Mérida a realizar este homenaje, y compartimos la esperanza en la reconstrucción de nuestras familias y de nuestra patria, como lo deseó el Papa Francisco en su mensaje a los venezolanos a propósito del acto litúrgico de hoy.
Hoy han tañido las campanas de todas las iglesias de Venezuela con repiques de fiesta y alegría, y nos estremecimos con la emotiva, solemne y venezolanísima Celebración Eucarística, porque en medio de la desgracia colectiva celebramos la beatificación, en modo pandémico como lo dijo el Papa Francisco, de un héroe civil, un hombre que hizo de su fe un apostolado integral, de total entrega a las personas más débiles mediante el ejercicio de su ciencia, que nos sirve de ejemplo en estos tiempos en que se amenaza todo valor y toda virtud.
La Institución está agradecida de sus miembros que han elaborado este libro que será de lectura obligada para quienes desean conocer en profundidad a este trujillano excepcional. Agradecemos al presbítero Alexander Rivero la bendición del libro, que fue fue acogido por la Universidad de Los Andes y está disponible en el blog de la Academia de Mérida, para ser leído y compartido por los infinitos caminos del espacio virtual.
Señores
Ver sesión de presentación del libro: