Por: Dr. Alejandro Gutiérrez S., Miembro Correspondiente Estadal.
Discurso pronunciado en la Academia de Mérida el Día del Economista en homenaje al Dr. Asdrúbal Baptista Troconis, Miembro Correspondiante Nacional.
Quiero expresar mi agradecimiento al Vicerrectorado Académico, a la FACES, a las Juntas Directivas del Colegio de Economistas del estado Mérida y de la Academia de Mérida, por concederme el honor de hablar en este acto, homenaje a Asdrúbal Baptista Troconis, el economista merideño y venezolano, egresado de nuestra escuela de economía de la ULA, con mayores contribuciones al pensamiento y al análisis económico venezolano y latinoamericano.
Asdrúbal Baptista Troconis nació en Mérida, Venezuela, un 17 de febrero de 1947 y murió en Baranquilla, Colombia, el 25 de junio de 2020. Su niñez, adolescencia y juventud transcurrió en la Mérida tranquila, religiosa y al mismo tiempo cosmopolita y rebelde, ciudad turística, estudiantil y universitaria, rodeada de paisajes maravillosos, profundamente católica, aferrada a las tradiciones y a su gran proyecto: la Universidad de Los Andes (ULA). Estudió la primaria en el Grupo escolar Rafael Antonio Godoy, la secundaria en el excelente y siempre bien recordado Colegio San José de Mérida, bajo la dirección de los Padres Jesuitas. Desde su adolescencia mostró interés por la filosofía, y leyó con fervor la obra del filósofo y poeta Jesuita Pierre Teilhard de Chardin, cuyo pensamiento, junto con los de Hegel, Heidegger y Marx lo orientaron durante toda su vida. Sus estudios universitarios de pregrado los realizó en la ULA y obtuvo los títulos de Economista en 1968 y de abogado en 1969. Al graduarse ingresó como instructor en la escuela de Economía, para luego viajar, becado por la ULA, a Inglaterra (Universidad de Kent) a realizar estudios de postgrado (Master in Economics), los cuales culminó en 1972. Su estadía en Inglaterra le permitió reafirmar la vocación que lo acompañó toda la vida, el estudio del pensamiento de los economistas clásicos y Marx, su visión histórica y universal del mundo. Durante su vida, Asdrúbal ocupó importantes cargos públicos y académicos, recibió varios premios, condecoraciones y reconocimientos, entre ellos: Profesor Titular de la Universidad de Los Andes (ULA, Venezuela), primer Coordinador del Consejo de Estudios de Postgrado de la ULA, Profesor vitalicio del IESA-Caracas, Doctor Honoris Causa de las Universidades de Los Andes, del Zulia y del Valle del Momboy; Presidente e individuo de Número fundador de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, Miembro Correspondiente Nacional de la Academia de Mérida, Miembro Correspondiente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, Regente de las Cátedras Simón Bolívar (U. de Cambridge) y Andrés Bello (U. de Oxford), Profesor Visitante de las Universidades de Cambridge, Oxford, Brown, Harvard, Universidad de Los Andes- Bogotá. Miembro de la Junta Directiva de Fundación Empresas Polar, Ministro de Estado para la reforma económica, Director del Banco Central de Venezuela (BCV) y Editor de la revista del BCV.
A pesar de que Asdrúbal recibió durante el pregrado en nuestra escuela de economía de la Universidad de Los Andes (ULA), una formación basada en lo que los economistas han llamado la síntesis neoclásica, fuertemente keynesiana en el enfoque macroeconómico y neoclásica en lo microeconómico; la verdad es que su vocación y pasión fue la economía política y siempre se definió como un economista político. No le gustaba el término de economía a secas, sino el de economía política. Esta la concebía como una ciencia histórica, resultado de un proceso histórico a través del cual evoluciona y madura en tanto que su objeto cambia. Decía Asdrúbal que la economía es política, no como un simple adjetivo, sino como lo sustantivo, pues analizaba los conflictos de intereses que surgen de la distribución de la riqueza, partía de la realidad del conflicto de intereses que domina la escena de lo humano. Y en ese sentido, era una ciencia del poder y para el poder, es la ciencia del mercado siendo este una manera histórica de organización de la sociedad human singular (Baptista, 2005, 2008).
Asdrúbal, a diferencia de la mayoría de los economistas venezolanos se dedicó con pasión a estudiar y a escribir sobre los economistas clásicos, especialmente sobre Adam Smith, pero los aportes de Ricardo y Marx sobre la teoría de la renta de la tierra, las contribuciones de Marx con su análisis a fondo del funcionamiento de la economía capitalista siempre estuvo presente en sus escritos. La economía política aporta los fundamentos teóricos de base que finalmente se expresan en su teoría económica del capitalismo rentístico, su mayor aporte al pensamiento y al análisis económico venezolano y latinoamericano. Asdrúbal consideraba que la economía convencional no era útil para entender en toda su complejidad el caso venezolano por tener el país un modelo de acumulación de capital dependiente de la renta que generaba el petróleo. Este es un medio de producción no producido, una propiedad territorial y nacional, administrada por un Estado en condición de ser la encarnación política de la nación (Baptista, 2008), gracias a Leyes de minas que vienes desde la colonia.
Vale la pena señalar que la teoría del capitalismo rentístico se gesta inicialmente en nuestra FACES, en el recién creado, para ese entonces, Instituto de Estadística Aplicada y Computación (IEAC) y en sus clases en nuestra escuela de economía. Luego Asdrúbal se va a Caracas, entusiasmado por un proyecto que había tenido eco en el gobierno de la época: la creación de un Instituto Nacional de Investigaciones Económicas. El proyecto no se hizo realidad, pero Asdrúbal decidió quedarse en Caracas como profesor en el IESA, aunque nunca se desvinculó formalmente de la ULA, asumiendo una carga de tiempo convencional. Debo señalar que Bernard Mommer, quien también fue profesor en nuestra escuela de economía, en el IEAC y en la Maestría de Ciencias Políticas de la ULA, fue el amigo y compañero académico de Asdrúbal en sus investigaciones. Estas finalmente se condensan en la teoría económica del capitalismo rentístico, cuya primera edición la publicó el IESA en 1997, con una segunda edición revisada del BCV en 2010 (Baptista, 1997, 2010).
Asdrúbal tiene como base conceptual los desarrollos de la economía política clásica y de Marx en torno al concepto de renta de la tierra. Y planteó que el petróleo no era capital, era un medio de producción no producido que generaba una renta, esto es un excedente que se captaba en el mercado mundial, donde se pagaba por el barril de petróleo un precio superior a lo que costaba producirlo, incluyendo la tasa media de ganancia de la industria petrolera. Siendo ese excedente una renta de la tierra, su destino final no tenía que ser necesariamente la inversión, para reponer el capital extraído, como se creía en ese momento, con base en los planteamientos de Uslar Pietri y Maza Zavala, quienes consideraban al petróleo un capital natural depositado en el subsuelo (Baptista, 2008). Entonces, la renta también podía ser usada, además de la inversión, para la ampliación del consumo y del gasto público y así mejorar el capital humano y ampliar el mercado. Es decir, facilitar la absorción de la producción creciente que generaba una sobreacumulación de capital, en gran parte ajena al ahorro nacional. Visto así, la ampliación del consumo y del gasto público, o la absorción consuntiva de la renta para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos era otra forma de sembrar el petróleo y de legitimar la renta mediante su distribución popular. Según Baptista y Mommer (1987) esta visión del destino de la renta terminó por reflejarse en el proyecto de Rómulo Betancourt, aunque a este siempre le preocupó el despilfarro, y pensó tempranamente en la necesidad de un fondo anti-cíclico y en invertir para transformar la producción muy limitada de bienes no petroleros porque el destino de la renta para ampliar el consumo tenía sus limitaciones (Baptista y Mommer, 1987).
La renta es un ingreso que no es fruto del trabajo nacional, pero representó para Venezuela un ingreso permanente, adicional al ingreso no rentístico. Un excedente de mucha importancia en relación al ingreso total, aunque no lo detectara la contabilidad nacional. Una de las grandes contribuciones de Asdrúbal y Mommer fue la de establecer una metodología para cuantificar el excedente rentístico y su importancia en relación al producto que si era generado por el esfuerzo productivo nacional. Por primera vez se comenzó a diferenciar en el análisis de la economía venezolana el PIB rentístico del PIB no rentístico. De este esfuerzo metodológico quedaron las diferentes ediciones de las bases cuantitativas de la economía venezolana, obra que es y seguirá siendo de obligatoria consulta para estudiar la historia económica y el desarrollo de Venezuela. Vale la pena informar, que para el momento de la muerte de Asdrúbal una nueva edición estaba a punto de publicarse.
Asdrúbal y Mommer estudiaron a fondo el pensamiento económico venezolano sobre el petróleo y su relación con el desarrollo nacional en los proyectos de Alberto Adriani, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Betancourt y Juan Pablo Pérez Alfonzo (Baptista y Mommer, 1987). En esta investigación concluyeron que la renta sirvió para urbanizar y modernizar el país, para mejorar la calidad de vida, para crear y ampliar el mercado, para financiar la alta acumulación de capital y para consumir más allá de lo que hubiera sido posible en una Venezuela que solo viviera de su esfuerzo productivo. Y eso los lleva a afirmar, contrariamente a la opinión dominante, contrariamente a esa tendencia histórica a negar nuestros logros, que la renta petrolera si sirvió para desarrollar el país, que la renta no solo fue despilfarro y corrupción, como lo mostraban los avances logrados por el país durante 1920-1980. Fueron años en los que el país tuvo una extraordinaria tasa de crecimiento económico con baja inflación, años en los que el país se modernizó, la gente se fue del campo a la ciudad sin mayores traumas, el país se comunicó con una infraestructura vial que era la envidia de América Latina. El país se llenó de escuelas, liceos, hospitales, universidades a la par que también creció la producción agrícola, manufacturera, las industrias básicas, la petroquímica, y se produjo una movilidad social, una armonía entre trabajadores y empresarios que consolidó la democracia iniciada en 1958. El mercado nacional fue en esos años capaz de absorber el potencial productivo de Venezuela y la protección de la política sustitutiva de importaciones compensaba la pérdida de competitividad por la apreciación del tipo de cambio real (la sobrevaluación) y garantizaba el mercado para la producción nacional. No hubo enfermedad holandesa porque el mercado estaba en expansión, aunque ya existía la tendencia natural de la economía rentista a apreciar el tipo de cambio real (sobrevaluar el bolívar). No obstante, el modelo de desarrollo venezolano dependiente de la renta petrolera guardaba en su interior su inviabilidad.
La teoría económica del capitalismo rentístico pasó a ser una importante contribución para entender y explicar el desarrollo de Venezuela (Baptista, 1997, 2010). El capitalismo rentístico es un modelo de acumulación en el cual hay empresarios que obtienen beneficios y trabajadores que devengan salarios, pero el Estado en representación de la nación, con cargo a la propiedad territorial, capta una renta minera en el mercado mundial, y por eso la renta petrolera es capitalista en su origen. Esa fue la razón de fondo por la que Asdrúbal no creía que la renta financiaría la instauración del socialismo en Venezuela.
Lo cierto es que en el mercado mundial se paga un precio por el barril de petróleo por encima de su costo de producción. Ese excedente del costo de producción es la renta, es una ganancia extraordinaria, un excedente que no está respaldado por el esfuerzo productivo nacional, pero que se agrega al valor agregado nacional y luego se convierte en salarios, beneficios y renta con los cuales consumimos e invertimos más que en condiciones de capitalismo normal. La renta, en el caso venezolano, es permanente y muy importante para la economía, la cobra y la distribuye el Estado venezolano, era parte de la estructura, y por eso Asdrúbal no compartía, para el caso venezolano, el argumento de la enfermedad holandesa, a la que consideraba una situación más coyuntural. El Estado privatiza la renta, la distribuye, a través del gasto público corriente, la sobrevaluación del bolívar, la baja presión tributaria y la inversión pública y privada. Pero el hecho relevante es que la captación de la renta petrolera le da al Estado venezolano autonomía financiera y un poder económico y político inmenso al distribuirla porque no tiene la presión de cobrar impuestos a los ciudadanos para financiar sus gastos. Así, el contrato social en el capitalismo rentístico crea una situación singular: el Estado controla a los ciudadanos y no estos al Estado, como sucedería en una sociedad capitalista normal. Es por ello que existe una fuerza interna que finalmente y con el tiempo se traduce en deterioro de las instituciones y permanencia de las elites políticas y económicas en el poder, porque no hay contrapesos suficientes de los ciudadanos para controlar la acción del Estado. No hay un balance de poder, como diría Asdrúbal, entre el Estado y los ciudadanos. Y allí está la inviabilidad del capitalismo rentístico porque no existe esa necesidad recíproca entre el Estado y los ciudadanos, no existe codependencia. Y esa condición natural del capitalismo rentístico es la fuente de su inviabilidad (Baptista, 2004). Para decirlo en las palabras de Asdrúbal:
La sociedad moderna, bien se sabe, descansa sobre la recíproca necesidad que entre sí tienen, de una parte, el poder político, encarnado en el Estado, y de la otra parte, el poder económico, monopolio de la sociedad civil. A la pobreza material del Estado, compensada por lo que representa el poder político, se le contrapone la riqueza material tras los intereses privados, huérfana siempre de garantías políticas para poder florecer. Este balance de fuerzas, de recíprocas codependencias, asienta un marco de cosas que hace propicio el desenvolvimiento de los intereses privados, y por consiguiente, la creciente marcha de los asuntos económicos. El capitalismo rentístico carece de este balance primordial. Su Estado es económicamente autónomo, por ser propietario de unos medios de producción que remunera el mercado mundial. Ello cobra un altísimo precio, que no es otro que su inviabilidad. (Baptista, 2005, pp. 110-111).
La renta petrolera como motor del desarrollo nacional alcanzó su clímax, alrededor de 1980-1981. En esos años se manifestó con fuerza el desequilibrio entre la capacidad para producir debido a la sobre inversión, al exceso de capital instalado, y las pocas posibilidades del mercado nacional para absorber esa potencial producción. Sin posibilidades de volcar ese potencial productivo hacia los mercados externos por la baja productividad y competitividad de la economía nacional, con un tipo de cambio sobrevaluado. Había un exceso de capital acumulado, una alta relación capital/producto. Es decir, una baja productividad del capital que se evidenciaba en la reducción de la tasa de ganancia. Entonces, los capitales se fueron y vino la mengua. El capitalismo rentístico colapsó y también la armonía social que la renta había financiado. Nuestras elites políticas y económicas no percibieron la crisis ni tuvieron la voluntad para realizar las profundas reformas que eran necesarias para superar el capitalismo rentístico, y establecer, como lo señalaba Asdrúbal, un nuevo balance de poder, una nueva estrategia de desarrollo nacional no dependiente de la renta petrolera. Ante el colapso del capitalismo rentístico, Asdrúbal afirmó:
“El futuro económico venezolano tiene frente a sí la presión histórica de un cambio en los patrones fundamentales de su estructura económica. A la condición petrolera, cuyo clímax se alcanzó entre 1980 y 1981, y que desde entonces ha comenzado a menguar, habrá de sustituirlo una nueva condición económica, que en sus rasgos esenciales será semejante a la de cualquier economía normal que comercia en el concierto de las economías capitalistas” (Baptista, [1984]1988, p. 36)
Con el colapso nos sumergimos en la crisis histórica de la cual no salimos, la crisis que nuestras elites políticas y económicas no percibieron, o no tuvieron la voluntad de superarla con las reformas que eran necesarias. Cuando ante la crisis un Presidente se atrevió a plantear algunas reformas económicas y políticas, las elites tradicionales, incluyendo su propio partido, se confabularon para expulsarlo del poder. Con el colapso del capitalismo rentístico vino el aumento de la pobreza y la desigualdad, el descontento popular, la inestabilidad política, la crisis de los partidos políticos tradicionales, el caracazo de febrero 1989, los golpes de Estado fallidos de 1992, el golpe de Estado “soft” contra Carlos Andrés Pérez (mayo, 1993), la Presidencia provisional de Ramón J. Velásquez (1993), el segundo gobierno de Rafael Caldera (1994-1999). Las condiciones fueron propicias para que en diciembre de 1998, el caudillo golpista Hugo Chávez Frías, capitalizara el descontento popular y fuera electo Presidente. Llegó a la presidencia con la promesa de redimir al pueblo, fortalecer la democracia, acabar con la corrupción y superar la crisis del capitalismo rentístico. Lo demás es historia. La promesa del caudillo no se cumplió, la acción del proyecto chavista durante más de dos décadas nos ha conducido a la tragedia que vivimos. La bonanza petrolera (2004-2013) creó la ilusión pasajera de que la renta volvía a salvarnos. Cuando finalizó la bonanza se volvió a la crisis, retomamos la tendencia secular de caída del PIB por habitante desde 1978. Estamos inmersos en la peor de las crisis de la Venezuela moderna. Y la salida a esa crisis pasa por entender que, aun recuperando la industria petrolera, la renta ya no será capaz de impulsar el desarrollo nacional como lo hizo en el pasado. En la renta petrolera no está el futuro del país. Debemos entender, como lo decía Asdrúbal, que es necesario crear un nuevo balance de poder. Y esto, a mi juicio, requiere más democracia, más poder para los ciudadanos, más descentralización y federalismo, más inclusión social, darle el rol protagónico en la acumulación de capital al sector privado. Requiere de un Estado que no sustituya al mercado aunque corrija sus fallas, un Estado que promueva alianzas productivas y coordinación con el sector privado, un Estado que garantice inclusión social y equidad, instituciones confiables y prevalencia del imperio de la ley. En fin, un Estado que para su funcionamiento dependa de la prosperidad de los ciudadanos y de contrapesos de poder que lo obliguen a corregir sus errores. Esos son elementos centrales de la nueva estrategia de desarrollo nacional que deberá impulsar la clase política que cree en la libertad y en la democracia.
Ya para finalizar, quiero señalar que Asdrúbal Baptista Troconis fue un economista excepcional, un gran economista, pero distinto. Ese fue el calificativo que utilice en un artículo publicado en el Papel Literario de El Nacional el 2 de agosto de este año (Gutiérrez S., 2020, p.3). Distinto, porque es difícil recordar o encontrar un economista venezolano que, además de habernos dejado una obra de tanta trascendencia para entender la economía y la sociedad venezolana, la realizara a partir de los planteamientos de la economía política clásica. Fue distinto por su amplia cultura, por su vocación permanente por el estudio de la filosofía, el arte, la literatura, la historia económica y universal, lo que lo convirtió en un erudito. Como lo escribió José Balza (2020, p. 3), Asdrúbal “…parece haber saltado, como imán, desde sus alturas merideñas a una sintonía profunda con la cultura universal“. Su erudición lo diferenció de la mayoría de los economistas venezolanos, quienes hemos optado por la especialización, por saber más de nuestro mínimo rincón del universo mientras que ignoramos de raíz todo el resto (Ortega y Gasset, 1930). Pero también debo decirles que la erudición, los reconocimientos y honores recibidos durante su vida, no fueron obstáculo para que Asdrúbal le rindiera culto a su merideñidad, a la amistad, a la generosidad, a la tolerancia y a la solidaridad. Quienes tuvimos la suerte y el honor de ser sus alumnos y amigos sabemos que detrás de su rostro serio y de su apariencia de profesor inglés, cuando menos lo esperábamos nos sorprendía con su risa espontánea, con su fino e irónico humor merideño del cual hacía gala en sus clases, en las tertulias con sus colegas de la ULA y con sus amigos merideños al recordar sus travesuras, sus aventuras de niño, de joven y de estudiante en esta Mérida a la que tanto amó. Que en paz descanse Asdrúbal Baptista Troconis, un economista excepcional, un economista distinto, un merideño y venezolano de excepción, que como dijo Stendhal tuvo como oficio su propia pasión.
Muchas Gracias.
Mérida, 17 de noviembre de 2020 (En la sede de la Academia de Mérida).
Referencias
Balza, José. (2020). Vida intelectual de un economista. En Papel Literario de El Nacional, Edición del domingo 2 de agosto de 2020, p.3. Disponible en: https://www.elnacional.com/papel-literario/vida-intelectual-de-un-economista/
Baptista Asdrúbal. (1985). El Estado y el petróleo. En: Fundación Universidad Metropolitana. Apreciación del proceso histórico venezolano. Caracas: Fundación Universidad Metropolitana, Universidad Metropolitana, pp.103-137.
Baptista, Asdrúbal y Mommer, Bernard. (1987). El petróleo en el pensamiento económico venezolano. Un ensayo. Caracas: Ediciones IESA).
Baptista, Asdrúbal. ([1984]1988). Más allá del optimismo y del pesimismo. Naím, Moisés y Piñango, Ramón. (Directores). El Caso Venezuela. Una ilusión de armonía”. Caracas: Ediciones IESA (Cuarta Edición), pp.20-40.
Baptista, Asdrúbal. (2004). El relevo del capitalismo rentístico. Hacia un nuevo balance de poder. Caracas: Fundación Polar.
Baptista. Asdrúbal. (2005). El capitalismo rentístico: elementos cuantitativos de la economía venezolana. Cuadernos del CENDES, Año 22, N° 60, pp.95-111.
Baptista, Asdrúbal (2008). Itinerario por la economía política. Caracas Ediciones
IESA-Academia Nacional de Ciencias Económicas.
Baptista, Asdrúbal. (2010). Teoría económica del capitalismo rentístico. Caracas: Banco Central de Venezuela. Primera Edición en 1997, Ediciones IESA.
Gutiérrez S., Alejandro. (2020). Un gran economista venezolano, distinto. En Papel Literario de El Nacional, Edición del domingo 2 de agosto de 2020, p.4. Disponible en: https://www.elnacional.com/papel–literario/un-gran-economista–venezolano– distinto/
Ortega y Gasset, José. ([1930]1983). La rebelión de las masas. La barbarie del
“especialismo”. Madrid: Ediciones Orbis, pp. 111-116.